El Racó del Navegant – Caldetes

Cocina Marinera en Port Balís Puntuación : 9,0

En una escapada al encantador pueblo de Caldes de Estrach, popularmente llamado Caldetes , aunque el restaurante está en Port Balís de Sant Andreu de Llavaneres, situado en la comarca del Maresme a unos 40 kilómetros de Barcelona, recalamos en este agradable restaurante, sin tener reserva previa, lo que provocó que como hacía un día muy soleado estaba todo bastante lleno, quedando solo alguna mesa libre para el segundo turno a partir de las 3 de la tarde, es la consecuencia de no reservar con antelación si se visita una zona costera en un fin de semana soleado.

Aprovechamos la espera para pasear por el pueblo, cuyos orígenes se remontan al siglo XIII, cuando se construyó la población alrededor de un antiguo hospital y de una iglesia, se consideraba un lugar ideal para tratamientos terapéuticos ya que dispone de una fuente de aguas termales, lo que dio nombre a la población, atrayendo veraneantes de la burguesía catalana, incluyendo a importantes poetas y escritores catalanes donde establecieron su residencia.

Recorrimos la playa de Sant Vicenç de Montalt, con sus casas modernistas frente al mar, seguimos por la playa de los Tres Micos que finaliza en el balneario Hotel Colón, a continuación nos encontramos con la playa de la Riera que está unida a la playa de La Musclera que pertenece al término municipal de Arenys de Mar.

Retrocedimos hasta el Hotel Colón que es donde se encuentra el paso subterráneo que salva la vía del tren para dirigirnos al centro del casco antiguo. Subimos hasta la iglesia de Santa María, construida en el año 1805 sobre las ruinas de una antigua iglesia del siglo XIII, pasando frente a la masía de Can Milans de Caldes, que contiene elementos góticos y está fortificada, como estaban bastante cerca en nuestro recorrido vimos las torres de defensa del siglo XVI.

Otra lugar con encanto es la calle de la Santema, con coloreadas casas que desemboca al cruzar la calle en el ayuntamiento, pero la verdad es que todo el casco antiguo destila un aire clásico en sus edificios de finales del siglo XIX que no tiene desperdicio.

Regresamos hacia Port Balis para llegar al restaurante con tiempo suficiente, a ver si por casualidad tuvieran la mesa con algo de antelación y por suerte así fue, justo cuando llegamos nos tenían lista nuestra mesa en el salón interior, con muy buenas distancias siguiendo correctamente la norma anti covid-19.

Una vez sentados, observamos que la decoración es elegante con paredes forradas de madera noble muy al estilo náutico dando una sensación acogedora, también dispone de una amplia terraza, pero ya estaba todo reservado.

El personal fue muy correcto y amable, aunque los tiempos de espera fueron bastante largos, no se si fue por despiste de la camarera o que tenían menos personal del necesario pero en estos momentos de pandemia hay que ser compresivos.

Como era de esperar en la carta predomina la comida marinera, con variedad de paellas, mariscos, pescados frescos y no podían faltar los famosos guisantes de Llavaneras «Pèsols de Llavaneres» .

En nuestro caso elegimos de entrantes la Ensalada de gambas y alcachofas baby con bacón y queso, como podéis comprobar en la foto, las gambas eran frescas y de un buen tamaño y las alcachofas estaban deliciosas.

De plato principal mi pareja eligió el el Tronco de Merluza , que por cierto era inmenso y para mi el Bacalao con ajos tiernos , también excelente y de buena calidad.

Y de postre compartimos un pastel de Nata con fresas, que apenas pudimos con él porque estábamos realmente llenos.

Todos los platos estuvieron bien presentados, como podréis comprobar en las fotografías, sabrosos, los pescados de excelente calidad y generosos. El postre casero estaba delicioso, a pesar de casi no poder acabarlo.

En resumen un servicio correcto, un lugar acogedor, pero lo mejor de todo es la calidad y cantidad del pescado que nos sirvieron.

Un restaurante muy recomendable para comidas y cenas, cuando se pueda, sobre todo para los amantes del pescado de calidad.